La demostración más clara y contundente de la devoción que se siente hacia la Virgen de los Desamparados queda patente en el traslado de la imagen de la Basílica a la Catedral. Un recorrido interrumpido en multitud de ocasiones y en el que da la impresión que la imagen caerá sobre sus más fieles seguidores.
Nada más lejos de la realidad, por muchos envites que se sufra, el resultado siempre es el mismo, se llega a la Catedral tras el vuelo de pequeños alzados por los brazos de aquellos que ayudan a que ya sientan el amparo de la Virgen de los Desamparados, piropos, poesías y cantos continuos se oyen tras el paso lento y ya en la Catedral continuarán de forma apasionada los intentos por acariciar el manto que ese día recibe el gran cariño de los valencianos hacia su patrona.
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